Perdidos en un rincón donde todo parece haberse detenido, un lugar polvoriento del alma donde las vidas se apilan como objetos olvidados, siete personas habitan un espacio suspendido, ajeno al ruido del mundo.

En esta era de brillo artificial y vacío acelerado, un apagón inesperado sacude la monotonía de sus días mecánicos. Pero la verdadera oscuridad no cae sobre lo visible, sino sobre lo que ya estaba apagado por dentro. Lo que parece una simple falla eléctrica se convierte en umbral hacia lo invisible: la posibilidad de encender, en medio del polvo y el olvido, una chispa interior que los devuelva a sí mismos.

El desguace de los perros es un grito desesperado por recuperar la fe, una metáfora sobre la condición humana en tiempos de tecnología asfixiante. Como perros olvidados en el arcén de una autopista, los protagonistas simbolizan a una sociedad abandonada por su propia alma.